
Fiestas Patronales
La FiestaLa profunda huella de los que nos precedieron ha quedado impresa en todas las tradiciones y festejos que han perdurado hasta nuestros días y que, para una mejor comprensión, hemos distribuido de la siguiente manera:
ANTES EN SOLAS
Guardada la cosecha de cereal y almacenada la paja, era buen momento para dar gracias por los frutos recogidos y celebrarlo en compañía del resto del pueblo, familia y amigos, mientras otras tareas como la vendimia y la próxima sementera esperaban su turno. Esa ha sido la forma de pensar de los pobladores de nuestro pueblo desde sus inicios como Solas de Bureba.
Recordamos con nostalgia, alegría y satisfacción aquellas fiestas de Acción de Gracias, “la Función”, que en nuestro pueblo siempre se han celebrado coincidiendo con la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre.
Dicen que “por las vísperas se conocen las fiesta”, pues bien, en aquel Solas de entonces, un par de días antes se retiraban de las calles los aperos que pudieran molestar, las mujeres se acercaban a Poza de la Sal o a Briviesca a comprar algo que estrenar algún miembro de la familia y hacerse la “permanente”, se mataba la “machorra”, se recogía de las viñas la fruta que ya empezaba a madurar, se adornaba la iglesia, se barrían las calles y, solo los más atrevidos, se daban un baño en el cubo de tender la ropa.
El día 13 ya llegaba la música y los invitados. Las campanas, los cohetes y pasacalles anunciaban la Fiesta Mayor.
- Habitualmente, “la música” venía de Poza o de Briviesca. “Picheli”, “Barrabás”, “José Luis”, “El hijo de Esquila”, “Gaiterín”, “Marcazos”, “Gorrión”, entre otros, son nombres inolvidables de los maestros músicos habituales en nuestro pueblo.
Las dianas, el 14, anunciaban el Día Grande. La Misa Mayor, con procesión, reliquia, la Virgen, San Roque, Cruz Procesional, pendón y orquesta, protagonizaba el acto religioso más importante, al que ponía broche “las Vísperas”, solemnes, cantadas, por la tarde.
Bernardo, la María, Pablo y Culobomba armados de dulces, tarrillo y carabinas, venidos de Poza y Briviesca, hacían las delicias de críos y mayores, mientras las famosas partidas de bolos buscaban un campeón.
Los esperados bailes, de vermouth y de tarde marcaban la salida de la competición por disfrutar y pasarlo bien en la ansiada verbena. Esta, se celebraba en las eras y daba a la fiesta ese carácter propio de camaradería, alegría y bullicio, en las que nadie se consideraba forastero, y que han dado a nuestro pueblo esa impronta de cordialidad por el que desde siempre se ha caracterizado.
El día 15, más de lo mismo. Entradillas y dianas “daban manta” a perezosos y madrugadores.
Seguidamente la Misa, esta vez “de Difuntos”, centraba el acto solemne del día. Acabada esta, el baile, de nuevo, protagonizaba el colofón de la mañana, antes de enfrentarse con una buena mesa, regada con nuestro típico “Chacolí”.
Una vez más, las partidas de bolos y el baile de tarde discurrían con ansiedad y buen humor, acercando a todos al final de las fiestas, y con el compromiso de pasarlo mejor en las del año siguiente.
DESPUÉS EN LLANO
Años después, debido básicamente a la despoblación habida en nuestro pueblo, la fiesta decae.
Es el año 1974 cuando un grupo de jóvenes, y no tan jóvenes, retoman la ilusión por recuperar la fiesta y, con gran esfuerzo protagonizan el resurgir de las Fiestas de Llano, las cuales pasarán a celebrarse coincidiendo con el fin de semana más próximo al día 14 de septiembre.
A partir de este momento, nuevas generaciones de niños y jóvenes van protagonizando una nueva forma de entender la fiesta, la cual, guardando siempre el formato base, se va adaptando a las circunstancias y al momento.
Con el paso de los años se añade el lunes a la fiesta, tímidamente al principio, pero lleno de simbolismo y protagonismo en la actualidad.
Comienzan a instituirse los pregones de fiestas, donde insignes pregoneros se esfuerzan cada año por deleitarnos con un mensaje fresco, alegre y original.
- Jóvenes padres toman la iniciativa de incorporar a los niños a la fiesta, haciéndoles protagonistas de la misma, entendiendo que si los niños disfrutan los padres vienen. El Ayuntamiento apoya la idea y fruto de esta relación se organizan juegos infantiles que abarcan edades de 2 años hasta 16, durante 3 días, repartidos en jornadas de mañana y tarde.
Mientras tanto, los adultos, siguen con sus partidas de bolos, extrapolando la competición a toda la provincia, incluso fuera de ella, dando magníficos espectáculos y desfilando por su federada bolera grandes campeones locales y foráneos.
Pero, a medida que avanza el tiempo, los bolos pierden protagonismo, a la vez que el Mus hace su aparición, tímidamente al principio, pero con gran éxito de participación después. Son los años 90.
En esta década una pareja de entrañables personajes toman un especial protagonismo en las fiestas, son “los Alguacilillos”; que cada año asumen la representatividad de la máxima autoridad municipal para representar al pueblo en todos sus actos.
Debido a la escasa aceptación del baile de tarde, se aprovecha la orquesta para organizar unos “Juegos-baile de adultos” que durante 15 años han tenido una gran aceptación.
El presupuesto se incrementa en las verbenas y convierten a estas en el plato fuerte de la fiesta. Grandes grupos venidos de distintas partes de nuestra geografía polarizan la asistencia de todos los pueblos de la comarca.